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El síndrome del emperador niños mandones, agresivos y autoritarios

Los amos de la casa: niños que ejercen control sobre sus padres.

Es un fenómeno cada vez más común en el que los niños presentan conductas y compartimientos desafiantes y hostiles hacia aquellas figuras que suponen una autoridad para ellos, por norma general hacia los padres.

Quizás debido a los múltiples cambios educativos, sociales, culturales y laborales ocurridos en nuestra sociedad, en los últimos años nos estamos acostumbrando a escuchar noticias en las que los hijos que maltratan a sus padres son los protagonistas. Niños y jóvenes que se han convertido en los amos incuestionables de su propio hogar, haciendo que el resto de los miembros de la familia sucumban a sus caprichos, exigencias o mandatos. Niños tiranos del presente que se convertirán en adultos egoístas y desconsiderados en un futuro.


Qué es

El síndrome del niño tirano o síndrome del emperador, se conoce como el conjunto de conductas disfuncionales, egoístas, caprichosas y despóticas que presentan algunos niños hacia aquellas figuras que suponen una autoridad para ellos. Son comportamientos desafiantes y hostiles que tratan de imponer su propia voluntad frente a la de los demás.

Lamentablemente, el comportamiento de estos niños y jóvenes afecta a la dinámica familiar de tal modo que se acaba desarrollando un gran sentimiento de frustración e incompetencia en los padres. Éstos se tienen que enfrentar al hecho de que no saben plantarle cara a las conductas de caprichos de sus hijos, por lo que acaban por mostrarse de acuerdo con todo lo que estos quieren y sometiéndose a sus peticiones.


Síndrome del emperador en niños

Según diferentes investigaciones, los niños comienzan a desarrollar las conductas propias de este síndrome entorno a los 5-10 años y suelen ser más comunes en niños que en niñas.

Los niños con el síndrome del emperador sienten que tienen el poder en su hogar, bien porque sus padres no han sabido afrontar las primeras muestras de desobediencia del niño, porque no han sabido imponer unas normas o reglas propias del hogar o bien porque les han dado desde un primer momento unos privilegios de los que no son merecedores.


Con conductas basadas en el chantaje emocional, gritos, llantos, enfados e incluso amenazas, estos niños consiguen que sus padres cumplan todas sus exigencias, ya que si no lo hacen pueden ser víctimas de sus rabietas o incluso de su violencia verbal y física.


Son niños que no han aprendido autocontrol ni a regular sus propias emociones. No han tenido límites claros en su infancia, suelen mostrar rasgos egocéntricos en su personalidad, tienen una muy baja tolerancia a la frustración y al No por respuesta. Así mismo, es notable su falta de empatía por los sentimientos y necesidades de los demás.


El niño emperador en la adolescencia

En la etapa de la adolescencia, los niños emperadores han consolidado sus pautas conductuales y morales, siendo incapaces de concebir algún tipo de autoridad externa que les imponga ciertos límites. En los casos más graves, pueden llegar a agredir a sus padres, siendo una denuncia ampliamente reportada en las comisarías y cada vez más frecuente. De hecho, son las madres las que se llevan la peor parte, quienes sufren, comparativamente, mayor proporción de agresiones y vejaciones por parte de sus hijos.


Síndrome del emperador en adultos

El sentimiento de control y de autoridad que el menor con el síndrome del emperador tiene hacia sus padres, puede no solo no variar con los años, sino acrecentarse con el desarrollo y los cambios hormonales. Por esto, muchos niños acaban convirtiéndose en personas adultas controladoras, manipuladoras y egoístas.

Está claro que las pautas de comportamiento que aprendamos en nuestra infancia van a estar muy presentes en nuestra etapa adulta; por esto, los niños que aprenden a conseguir cualquier cosa inmediatamente con solo pedirla, la merezcan o no por su esfuerzo, van a construir una serie de esquemas mentales basados en el hecho de que los demás deben respetar y cumplir sus exigencias. Estos esquemas se mantendrán en la adultez, comportándose como adultos acostumbrados a obtener lo que piden, con una mínima tolerancia a no conseguir ciertos deseos o privilegios y llevando a cabo conductas egoístas hacia su familia y entorno social, que son muchas veces reforzadas por estos.


Causas

Cuando se convive con un niño con el síndrome del emperador, muchos padres se cuestionan que es aquello que han hecho mal respecto a la educación de sus hijos para que muestren ese comportamiento. La mayoría de los expertos concluyen que este síndrome del niño emperador se puede explicar por causas tanto biológicas, educativas y psicosociales, y no sólo debido a unos padres laxos o permisivos.


CAUSAS PSICOSOCIALES

La sociedad actual, basada en el consumismo y en las gratificaciones inmediatas, fomenta el hedonismo y la necesidad de satisfacer nuestros deseos. Esto contrasta con los valores de responsabilidad sobre nuestro comportamiento y con el esforzarnos por conseguir lo que queremos.

Si a esto le añadimos el poco tiempo que muchos padres tienen para dedicarles a sus hijos, hace que estos crezcan en un entorno familiar sobreprotector, sin normas ni límites claros, donde se busca contentar y evitar las rabietas de los niños lo máximo posible. Normalmente, un estilo de crianza demasiado permisivo hace que los niños sean irresponsables y caprichosos.


CAUSAS BIOLÓGICAS

Sin embargo, las conductas violentas que algunos jóvenes desarrollan a raíz de la adolescencia se relacionan también con factores genéticos o biológicos, ya que estos niños tienen muchas dificultades para desarrollar ciertas emociones como son la empatía o la compasión, lo que conlleva que no puedan mostrar sentimientos de arrepentimiento ante sus conductas disfuncionales.

Por todo esto, el síndrome del emperador puede explicarse debido a una predisposición a no desarrollar correctamente conciencia moral y emociones empáticas, así como a un estilo educativo demasiado laxo en el que las ausencias de límites provocan que los niños se sientan merecedores de todo aquello que quieren y no toleren la frustración.


Diferenciando entre Autoridad y Autoritarismo

El estilo educativo imperante décadas atrás se basó en el autoritarismo: padres que gritaban, que dictaban órdenes y que ejercían un control punitivo sobre las conductas de los hijos. En cierto modo por miedo a volver a caer en ese estilo que muchos padecieron en sus propias carnes, el estilo educativo actual ha virado hacia el extremo opuesto: la ultrapermisividad.


Por eso es importante recordar que la autoridad no es lo mismo que el autoritarismo: los padres deben ejercer un grado controlado e inteligente de autoridad, de forma sana y adecuándose a las necesidades educativas y evolutivas de cada niño.


Como detectarlo

Los niños con el síndrome del emperador mandan no solo sobre sí mismos, sino también sobre su propia familia. Escogen qué se va a comer, qué programa de televisión se debe ver, la hora para irse a la cama, etc.

Estos niños poseen algunas características como las siguientes:

  • No han desarrollado el sentido de la responsabilidad y buscan continuamente el placer (hedonismo).

  • Tienen problemas para controlar sus emociones, mostrándose enfadados o nerviosos.

  • Culpan a los demás y no reconocen sus propios errores.

  • Necesitan gratificaciones inmediatas y no aguantan el aburrimiento, la incomodidad o la frustración, produciéndose los llamados berrinches

  • Buscan continuamente atención de todo su entorno y suelen tener la autoestima baja

  • Muestran un sentimiento egocéntrico de ser el centro de su mundo y carecen de empatía

  • Poseen muy pocos recursos para solucionar las dificultades que se les presentan

Así mismo existen unos indicios principales que van surgiendo durante la primera etapa de la infancia (sobre los 6 años), que pueden hacer ver a los padres que su hijo manifiesta el síndrome del emperador. Estos son una incapacidad patente de no sentir emociones como el amor, la compasión o la empatía, lo que trae consigo falta de sentimiento de culpa; el desarrollo de conductas desafiantes violentas y crueles; y una gran dificultad para aprender de los castigos e intentos de disciplina por parte de sus padres.


Soluciones y tratamiento

El síndrome del niño tirano puede tratarse desde un punto de vista educativo y psicológico.

El estilo educativo de los padres hacia sus hijos, va a ser también clave a la hora de prevenir y tratar de solucionar el síndrome del emperador. Se deben establecer unas normas y límites claros dentro del hogar que tienen que respetarse, y alternar los premios con los castigos cuando sea necesario. Los padres son también el modelo de comportamiento en el que se fijan sus hijos. Sus conductas son muy importantes a la hora de trasmitir valores positivos. Es fundamental favorecer un buen desarrollo de la autoestima en los hijos para que se sientan capaces de conseguir sus propias metas.

Hay que recordar que ante estos niños no sirve de nada el intentar argumentar el porqué deben hacer algo. Simplemente hay que intentar que lo cumplan; así mismo tampoco es productivo el hacer que se pongan en el lugar de los demás, ya que carecen de empatía. No hay que caer en el error de ponerse al mismo nivel del niño cuando cae en llantos o gritos, ya que lo mejor es calmarse y no hacer caso a la conducta negativa que está llevando a cabo.


PREVENCIÓN

Para prevenir este problema, hay que tener en cuenta algunos aspectos como el darle a los niños responsabilidades que puedan afrontar según su edad; el crear reglas claras y actitudes coherentes respecto a las mismas; intentar dar refuerzo positivo en lugar de castigar; no sobreprotegerles ni dejarles a un lado; no imponer un castigo que no se vaya a llevar a cabo, ya que los niños pueden aprender que sus malas acciones no tienen repercusiones negativas para sí mismo.


Por último, hay que ser conscientes de que el síndrome del emperador en los niños y adolescentes no únicamente surge por unas prácticas educativas erróneas y permisivas. Es fundamental el que los padres entiendan que es necesario llevar a cabo un estilo educativo coherente. Enseñarles a ponerse en el lugar de los demás y no solo centrarse en sí mismos; no es cuestión de educar para saber, sino de educar para ser.

Mi Cajita de Emociones

Cynthia Espinoza Miranda

Coach de Vida / Psicologia Positiva

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